jueves, 29 de octubre de 2009

Passion: "a writer’s secret life"

La pasión de Sergio Pitol

Sofía Mercado


En Pasión por la trama, de Sergio Pitol, Premio Juan Rulfo 1999, el lector no puede dejarse llevar por las apariencias ni debe aventurarse en juicios prematuros. Sobre todo porque la verdadera pasión del autor por la trama está al otro lado de la barrera de nuestros cálculos, más allá del simulado juego de máscaras y pistas falsas que conforman este libro de relatos: un aparente desorden sin concierto donde, sin embargo, desde el inicio, ya se vislumbran los primeros fulgores de ese amplísimo universo que es el arte y la literatura al que Pitol coloca un espejo con el propósito de recrearlo. Mediante sus propias tramas, no exentas de trampas, este autor mexicano explora tramas ajenas para describir el goce estético que a lo largo del camino le han provocado las obras de otros autores: Don Juan, de Moliere; Don Giovanni, de Mozart; los últimos cuartetos de Beethoven: el placer inmediato o instantes de placer que, "entre más intensos no pueden despojarse de un grano de desesperación porque contienen ya un pregusto de la muerte". La experiencia estética ante la cual Pitol no asume una mera actitud contemplativa. Su fervor por la literatura y su capacidad para el análisis lo llevan a encontrarle nuevos fondos a la forma. "Uno, de eso soy consciente, no busca la forma, sino que se abre a ella, la espera, la acepta, la combate. Pero siempre es la forma la que vence. Cuando no es así el texto está podrido".
En Pasión por la trama es precisamente la forma la que determina el enigma de sus historias. Los relatos de Pitol, a la vez ensayos al servicio del arte, nos describen su prolongada estancia en Europa y sus diferentes periodos narrativos en "El sueño de lo real", donde por un lado confiesa: "Soltar amarras, enfrentarme sin temor al amplio mundo y quemar mis naves fueron operaciones que en sucesivas ocasiones modificaron mi vida y, por ende, mi labor literaria. En esos años de errancia se conformó el cuerpo de mi obra". Y por otro advierte: "Si es cierto que las pulsiones de la niñez nos acompañarán hasta el momento de morir, también lo es que el escritor deberá mantenerlas a raya, evitar que se conviertan en un candado para que la escritura no se convierta en cárcel, sino en reserva de libertades". Gracias a esa libertad, que en Pasión por la trama se convierte en el cuerpo mismo de la escritura, el autor nos pasea por el mundo del arte y la literatura para darnos a conocer las diferencias abismales entre Julio Verne y Salgari; el Moscú de Walter Benjamin: "El Moscú de la desinformación, de las verdades a medias, y las mentiras barnizadas por capas de dudosa virtud"; para después llevarnos a una peregrinación por los santuarios más célebres de la cultura alemana: Thomas Mann, "una isla que he concebido siempre como tierra firme", Hölderlin, Hegel, Schelling, Broch, Rilke, Nietzsche, Goethe, Schumann y Brahms, entre otros. En Pasión por la trama, un libro configurado de modo novelístico, Pitol nos ofrece su muy personal y directa impresión de la vida y de la creación literaria: "Aquello que da unidad a mi existencia es la literatura; todo lo vivido, pensado, añorado, imaginado está contenido en ella. Más que un espejo es una radiografía: es el sueño de lo real".
La verdadera patria de Pitol es la escritura; una escritura alimentada de diversas obras y autores: Gogol, "el más enigmático de los escritores rusos, el más satírico, uno de los más grandes destructores de tabúes", "el que rasgó los velos de la ficción y nos mostró la vulgaridad, la codicia y la estupidez". Chejov: "Un escritor en transición situado entre dos mundos", "el escritor más difícil de la literatura rusa, puesto que bajo un máximo de aparente transparencia se oculta un núcleo cerrado que escapa a toda formulación crítica". Schnitzler: "Un escritor que anticipa el carácter sonámbulico de los habitantes de esa realidad (el Imperio de Viena) carente de realidad". Italo Calvino: "Una afirmación de fe en la literatura: hay cosas que sólo la literatura, con sus medios específicos, puede expresar".
Kusniewicz: "Un escritor que crea en torno a la barbarie un cerco de exaltación a la naturaleza". Nabokov: "El efecto del estilo es clave para la literatura", y su fórmula: "Forma (estructura y estilo) = Materia; el por qué y el cómo = el qué", "un consejo que de seguirlo, podría dar un renacimiento en la novela mexicana". Antonio Tabucchi: "La elegancia ligera, el sabio sentido de la economía del relato, el permanente registro lúdico", virtudes que lo alejan de todo pathos innecesario. Alvaro Mutis y su Maqroll, el gaviero, un personaje inasible o, como dice Pitol: "El oscuro hermano gemelo que alguna vez debió haber soñado Alvaro Mutis", una frase, al parecer tomada de una cita de William Faulkner: "A novel is a writer’s secret life; the dark twin of a man". José Donoso: "Un hombre que luchaba a brazo partido con su trama y se sumergía a diario en sus infiernos personales". Carlos Fuentes y su región más transparente: "Un caldero cáustico donde se reúnen los elementos más disímiles e incompatibles: prostitutas callejeras y damas de abolengo, intelectuales y albañiles y otros encubiertos por una neblina mítica". Carlos Monsiváis: "Escritor de la cultura popular quien al abstraerse de la razón teológica se concentra en la manifestación retórica del debate". Dickens y sus grandes esperanzas: "La historia de una educación sentimental", "el verdadero conocimiento de uno mismo y del mundo: el triste y noble encuentro con la realidad". Henry James: "Sujeto antiheroico que se conforma con exaltar el exilio interior como única posibilidad de enfrentarse a la corrupción y a la mezquindad que lo circundan". Ivy Compton-Burnett, la única autora que analiza Pitol: "Una pensadora radical, uno de los raros casos heréticos modernos; la mayor novelista trágica de la literatura inglesa contemporánea". Y Conrad: "Sus obras, que ocurren en los pliegues más secretos del alma, están pobladas por ráfagas de ironía corrosiva".
En Pasión por la trama, un recorrido aparentemente excéntrico por los caminos del arte y la literatura universal, el lector es quien debe despejar la incógnita propuesta para descubrir la esencia misma de la literatura de Sergio Pitol. "Escribir me parece un acto semejante al de tejer y destejer varios hilos narrativos arduamente trenzados donde nada se cierra y todo resulta conjetural.” Será el lector quien intente cerrarlos, resolver el misterio planteado, preferir alguna de las sugerencias: el sueño, el delirio, la vigilia. Lo demás, como siempre, son palabras.

Etcétera: Cultura http://www.etcetera.com.mx/

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